Día 3: hacia el medio día
Bastó que se llenara apenas una barrita del marcador de señal en todos los wi-fi, edge, 3g, gsm, y redes en general de Maracaibo para que las máquinas se volvieran a encender; el campaneo electrónico de los sistemas operativos arrancando dio paso a los múltiples accesos. Los muñequitos fértiles del msn hacían su entrada, iniciando sesión, bienvenido a skype, tiene 591 mensajes sin leer, cadenas más que todo: “zombis en Maracaibo, llegó el apocalipsis, la lemna nos cubre” y toda clase de alarmas que pocos se detenían a leer antes de finalmente destilar su hambre de noticias colocando el nombre de usuario, la clave, bienvenido a Twitter.
@UmbertoconT: ¡MARDICION CON CANTV!!!!! ¡NO JODA!!!!
@Ratax_xxx: Yo siempre tuve internet, pendejos.
@mepicapica: La falta de señal fue intencional. Fueron “medidas de seguridad” que hizo @chavezcandanga. #Malditoschavistas.
@mepicapica: El gobierno nos quiere cerrar para impedir que la enfermedad se propague por el resto de Venezuela, RT.
@UmbertoconT: @mepicapica no seas ridícula, escuálida de mierda. Hay rumores de que Chávez está en Cuba, y que está infectado.
@mepicapica: Por personas como @UmbertoconT es que el país está como está.
@Ratax_xxx: @UmbertoconT @mepicapica Ay verga, ya pues. Como que Chávez o USA mandaron a hacer la lemna. #intensos.
@mepicapica: @Ratax_xxx @chavezcandanga Es capaz.
@lolazo_3: RT @mepicapica: @Ratax_xxx @chavezcandanga Es capaz.
@vanehime: RT: @lolazo_3: RT @mepicapica: @Ratax_xxx @chavezcandanga Es capaz.
@frodiana +10000 @vanehime: RT: @lolazo_3: RT @mepicapica: @Ratax_xxx @chavezcandanga Es capaz.
@viviana135_5: No, ya, en serio. Ahora que tenemos acceso a internet. ¿Alguien sabe qué pasó?
@Opato_cua_cua: @viviana135_5 Fueron los apagones, dijeron en informes oficiales. Problemas con la electricidad, aunque por ahí no descartan centrales infectadas.
@viviana135_5: @Opato_cua_cua¿En serio así? ¿Tanto se ha difundido?
@Opato_cua_cua: @viviana135_5 Mira, aparentemente en la mayoría de los hospitales y ambulatorios hay al menos un caso.
@Ratax_xxx: Para @Opato_cua_cua y @viviana135_5… con amor: http://grooveshark.com/s/El+Mundo/2CkNz9?src=5
@viviana135_5: Por aquí no hay cómo salir. Los conserjes dejaron salir que si el segundo día pa comprar víveres, y luego cerraron todo.
@Ratax_xxx: Mientras tenga mi musiquita, todo fino.
@elquevallegando: ¡TRAGEDIA! ¡SE ACABA LA CERVEZA!
@Ratax_xxx: RT @elquevallegando: ¡TRAGEDIA! ¡SE ACABA LA CERVEZA!
@Opato_cua_cua: Verga, mal RT @Ratax_xxx: RT @elquevallegando: ¡TRAGEDIA! ¡SE ACABA LA CERVEZA!
@viviana135_5: Tengo que estar de acuerdo: @Opato_cua_cua: Verga, mal RT @Ratax_xxx: RT @elquevallegando: ¡TRAGEDIA! ¡SE ACABA LA CERVEZA!
@Perolitass: ¡ME VOLVIÓ EL ALMA AL CUERPO! ¡VOLVIÓ EL EECHHHHH!
@RobertOMMM: RT @Perolitax: ¡ME VOLVIÓ EL ALMA AL CUERPO! ¡VOLVIÓ EL EECHHHHH!
@melissapineda: Me iba a morir #foreversinpin @Perolitass: ¡ME VOLVIÓ EL ALMA AL CUERPO! ¡VOLVIÓ EL EECHHHHH!
@Perolitass: HEEEEY mi gente, ve que la rumbita en @ateneopop no se ha acabado. Miren este RT.
@Perolitass: RT @ateneopop: Ni con lemna se acaba la pizza en @ateneopop. Contamos con seguridad especial. No temas en visitarnos =D
@Ratax_xxx: @Perolitass Verga sí, tan buena la pizzita verde que deben tener.
@Perolitass: @Ratax_xxx Estúpido, ya ellos tiene esprai anti lemna y eso.
@Ratax_xxx: verga, pero es que hay gente estúpida.
@pipopapipopa2: Y en Rasta Bar dicen que hasta con #lemna tienen #buenavibra
@Madrelengua: RT @pipopapipopa2: Y en Rasta Bar dicen que hasta con #lemna tienen #buenavibra
@RobertOMMM: Reportando desde el centro. El hospital central se ve vacío desde afuera. No se ve un alma por todo esto.
@Ratax_xxx: @robertOMMM ¿Y qué hacéis ahí muchacho loco?
Nadie. No había nadie en toda la fachada del hospital central, cuya entrada parecía más la cara de un museo que la de un centro hospitalario. Usualmente, recuerda Roberto, había mucha gente en las distintas entradas del hospital: enfermos y visitantes, claro, pero también vendedores de todo tipo. Podías conseguir desde una buena película para disfrutar de tu hospitalización o espera, hasta el mejor café negro que Roberto haya probado en Maracaibo. Ahora nada, ni nadie. Estaba completamente desolado.
Guarda su iphone en el bolso, cerca de su ipad, y nota que mientras se distrajo, Hermócrates y Andrea se han alejado de él, acercándose a la entrada. Apura el paso y los alcanza. La luz de la mañana también los alcanza al abrir las puertas y decepcionarse un poco: no encuentran ninguna escena de horror. No hay brazos ni piernas ni cabezas regadas, ni una sola gota de sangre en el suelo, sólo desorden. Ahora que lo piensa menos mal que no hay nada de eso. Ellos están entrando ahí de lo más ¿cómo es que le dijeron el otro día mientras jugaba call of duty? ¿Boleta? Algo así, sin armas, sin tubos, sin zapatos duros para al menos pegar un puntapié. Años de juegos de video le han enseñado a Roberto que con buenas intenciones no se salva a la princesa. Al menos un honguito, al menos, siquiera.
A Andrea se le ocurre gritar, llamar a Karina, pero no lo hace. ¿Cómo haría para encontrarla? El Hospital Central es grande, y no tenía ni idea de qué carajo hacía Karina ahí.
- Capaz y visitaba a un familiar – sugirió el tío, como leyéndole la cara de consternación.
- Yo creo que me hubiesen dicho, cuando llamé.
- Verga, si no te dijeron ni que estaba en el hospital. Esos carajos o no saben, o se hicieron los locos.
- Qué hijueputada, no creo – responde Andrea.
Hermócrates, por su parte, miraba cada lista que encontrara, cada mapa de pasillos, cada letrero. Parecía buscar algo, pero en sus ojos estaba esa mirada indescifrable que su familia siempre reconoció como señal para no preguntar. Tenía sentido que buscara algo personal, no podía ser que el tío hubiese venido al Central nada más para buscar a Karina, o para hacer el favor a la sobrinita. Se detiene, finalmente, ante un mapa de los pasillos. Parece ubicar algo.
- Yo sí creo que la vaina fue por visita. Digo yo, digo yo, que está en el primer piso.
El camino a las escaleras es tranquilo, les permite detallar más el desorden en el que está el hospital. Carpetas y papeles, luces mal apagadas, algún zumbido de algo medio encendido, nada muy distinto al día a día de un hospital público en Maracaibo. Andrea saca su celular, busca a Virginia en sus contactos, sms, redactar: “Virgi, estamos buscando a Karina”. Enviar.
Recibido. Virginia lo lee. Sube la cabeza, mira a los hombres mientras arreglan el problema de la alarma, finalmente el chillido insoportable deja de sonar; está aún aturdida, por el previo ruido, por la nueva noticia, por el hambre. Vuelve al celular. No sabe qué decir. Ya sabe. Redactar: “¿Estás loca? ¿Con quién estás? ¿Cómo está eso?” Enviar.
Virginia se ha puesto las manos en la sien. Está a reventar, la bulla en su cabeza. La niña lo nota, la abraza, y le susurra un sí suavecito, aceptando a quién sabe qué cosa, o invitándola a aceptar.
- ¿Un pastelito? – Ofrece Estiven en una grasienta bolsa de papel.
- No, no. Gracias. – Virginia se cuidaba incluso en el hambre.
- ¡Sí! – A la niña no le importó.
Bajan al nivel feria, de nuevo. Aparentemente el sistema de alarma se soltó quién sabe por qué en la tienda de ropa, en la cual no había nadie ni nada. Revisaron muy bien. Estaban solos en el centro comercial.
Ya en el nivel feria se relajaron. Sí, los lemnosos estaban merodeando las afueras del centro, pero ahí adentro tendrían comida si rompían un par de seguros en las tiendas. Tenían televisores, comunicación (al fin), y hasta entretenimiento. Podían estar ahí un buen rato. Y en cuanto a las familias, tanto Virginia, el guardia y Estiven, estaban seguros de que estaban bien. Maara, por otro lado, no necesitaba saber mucho de sus padres, así como sus padres no necesitaban saber de ella.
- Ajá, doctora. ¿Qué es esta vaina? – Pregunta el guardia.
- Escuché que era un parásito. Que se aloja en la médula.
- Esa vaina tiene que ser mojón. Pa controlar así las mentes tiene que aflojarse en el cerebro de los difuntos. – Comenta Estiven.
- No, no están muertos. Y, pues, la médula es parte del sistema nervioso, regido por el cerebro. No es tan raro.
- No joda, doctora. Me vais a decir que son muertos que están caminando, ¿y que la vaina no es tan rara? Váyase pa la mierda, pues – se ríe el guardia.
- Ya les dije – repite Virginia fastidiada – no están muertos.
- ¿Están de parrandita?
Virginia no puede evitar reírse un poco. El guardia, sin tapujos, suelta la carcajada sosteniéndose la panza. Estiven no se ríe, no comenta.
- ¿Cómo se llaman ustedes?
- Estiven González
- Juan Pérez
- ¡Maara!
- Ya yo sé, amor, que tú te llamas Maara
- Ajá, pero nosotros no sabíamos. Mucho gusto Maara.
- ¡Sí!
- Entonces, un parásito. ¿Y ya están dándole con la cura?
- No sé. Estábamos investigando en el Coromoto, pero ajá. Tampoco los militares nos dejaban trabajar bien, con tanta restricción. También que la enfermedad es muy dura. Se propaga muy rápido.
- Sí- dice, sombríamente, Estiven. Nadie indaga en su respuesta.
Hay un silencio, roto por los sonidos de los pasos del guardia, que se ha levantado y camina a uno de los puestos centrales de la feria. Sushi, no. Dulces, quizá, por ahora. Rompe algo, nada suena. Las alarmas están desactivadas. Saca comida, bebida, y lleva a la mesa. Comen. Comen más. Los chocolates y dulces se agotan rápidamente. Fiesta de sonidos de bolsitas plásticas.
- Con esto no nos bastamos – dice Virginia.
- Sí, bueno. Yo sé. Tenemos que abrir uno de los locales fuertes, pero ajá. Me da ladilla ahorita. Más tarde, cuando haya como más hambre.
- Yo tengo hambre – murmura Virginia.
- ¡Sí! – Agrega Maara.
Ni modo, deciden pasear por el centro comercial, chequear las entradas. La salida al lago, caminantes desfilan a lo lejos, cerca de la orilla, se suben a la tarima, y se quedan estáticos ahí. La entrada lateral, nadie: los que se vieron caminando por ahí hacía horas ya no están. La entrada principal, peligrosa: infestada de personas con lemna. Parecía una manifestación, o la entrada a un concierto. Cientos de personas se agolpaban en la puerta, golpeaban con torpeza, ni cercanamente con fuerza como para astillarla. Pero igual, el peso de cientos de personas apretujadas y despreocupadas por su salud física podía hacer ceder a las puertas de vidrio. Valdría la pena reforzar a tiempo.
- ¿Pero por qué aquí?
- ¿Ah? – Responde, desconcertada, Virginia, ante la pregunta del guardia.
- Por qué se agrupan aquí. O sea, en las otras puertas no hay nadie. En esta sí.
- Capaz y porque es la principal – responde Estiven.
- Puede ser, – dice Virginia, pensando – puede ser. Pero es raro. Además de ser la entrada principal ¿Qué otra cosa distingue esta entrada?
- Por aquí entra la mayor cantidad de gente, cuando el edificio funciona. - Intuye el guardia, imaginando alguna memoria en la mente de los lemnosos.
- Sí, pero dudo que los infectados tengan esa clase de recuerdo.
- ¿Por qué no?
- Pues – Virginia siente fastidio de explicar – digamos que, por la enfermedad, no creo.
- Ah, bueno. Entonces, no sé. Es la más grande. No, mentira, la del lado es más grande. Ah, es más alta.
Claro, es la más alta. Virginia recordó a los lemnosos que se subieron a la tarima frente al lago, en la entrada trasera. Están buscando altura. Por eso se agolpan en la entrada principal, por eso se suben a la tarima, y por eso quieren entrar. No son zombis buscando comida. Son enfermos que, por alguna razón, buscan altura, y el lugar más alto y accesible de por ahí, es el techo del centro comercial y de los edificios aledaños.
- Buscan altura – les cuenta Virginia, e inmediatamente saca su celular, escribe a Andrea “No suban NINGUN piso, es MUY IMPORTANTE” Enviar.
Recibido. Andrea lo lee, muy tarde.
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